lunes, 30 de noviembre de 2009

Flor del Sol (Carlina acaulis)

Flor de Cardo, Flor del Sol o Eguzkilore (Carlina acaulis)


Hace miles y miles de años, cuando los hombres empezaban a poblar la tierra, no existían ni el sol ni la luna y los hombres vivían en constante oscuridad, asustados por los numerosos genios que salían de las entrañas de la tierra en forma de toros de fuego, caballos voladores, enormes dragones...

Los hombres, desesperados, decidieron pedir ayuda a la Tierra.

- Amalur (madre Tierra) - le rogaron -, te pedimos que nos protejas de los peligros que nos acechan constantemente.

La Tierra estaba muy atareada y no hizo caso a los hombres, pero éstos, tanto y tanto insistieron, que al final les atendió:

- Hijos míos, me pedís que os ayude y eso voy a hacer. Crearé un ser luminoso al que llamaréis Luna.

Y la Tierra creó la Luna.

Al comienzo, los hombres se asustaron mucho y permanecieron en sus cuevas sin atreverse a salir, pero, poco a poco, fueron acostumbrándose.

Al igual que los hombres, los genios y las brujas también se habían atemorizado al ver aquel objeto luminoso en el cielo, pero también se acostumbraron y no tardaron en salir de sus simas y acosar de nuevo a los humanos.

Acudieron una vez más los hombres a la Tierra.

- Amalur - le dijeron -, te estamos muy agradecidos porque nos has regalado a la madre Luna, pero aún necesitamos algo más poderoso, puesto que los genios no dejan de perseguirnos.

-De acuerdo, crearé un ser todavía más luminoso al que llamaréis Sol. El Sol será el día y la Luna la noche.

Y la Tierra creó el Sol.

Era tan grande, luminoso y caliente que los hombres tuvieron que ir acostumbrándose poco a poco, pero su gozo fue muy grande porque, gracias al calor y a la luz del Sol, crecieron las plantas de vivos colores y los árboles frutales. Y, lo que es aún más importante, los genios y las brujas no pudieron acostumbrarse a la gran claridad del día y desde entonces sólo pudieron salir de noche.

Otra vez fueron los hombres a ver a la Tierra.

- Amalur - le dijeron -, te estamos muy agradecidos porque nos has regalado la madre Luna y la madre Sol, pero necesitamos aún algo más, porque, aunque durante el día no tenemos problemas, al llegar la noche los genios salen de sus simas y nos acosan.

Nuevamente, la Tierra les dijo:

- Está bien. Voy a ayudaros una vez más. Crearé para vosotros una flor tan hermosa que, al verla, los seres de la noche creerán que es el propio Sol.

Y la Tierra creó la flor Eguzkilore (Flor del Sol), que hasta nuestros días defiende nuestras casas de los malos espíritus, brujos, lamias, genios de la enfermedad, la tempestad y el rayo.

Amanita muscaria


Presente en numerosos tipos de hábitats, sobre todo en bosques de media y alta montaña, la amanita muscaria es un peligroso hongo micorrizógeno muy común, también denominado "matamoscas", debido a que provoca parálisis temporal a los insectos que se posan sobre ella. De hecho, por este motivo el nombre de "muscaria" proviene del latín (musca = mosca).

Su vivo color, que va desde el rojo intenso al anaranjado, dota a esta especie de una particular atracción y popularidad, lo que la ha llevado a considerarse la seta que, en la mitología y en los cuentos, habitan los gnomos. No obstante, no debemos olvidar que este hongo presenta elevadas dosis de muscarina, un componente tóxico que en dosis altas puede provocar incluso la muerte, aunque sus efectos más comunes son alteraciones neurológicas y gastrointestinales (cólicos, vómitos, diarreas, alucinaciones, confusión mental, excitación,...), por lo que debemos evitar el contacto con este hongo que, debido a su cautivadora belleza, puede atraer fácilmente la curiosidad de los más pequeños, ávidos por coger y tocar todo lo que está a su alcance.

Encima del sombrero suelen aparecer motas rugosas de color blanco o amarillento.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Peñas de Tobía y Matute

CARACTERÍSTICAS:
Dificultad: baja
Distancia aproximada: 6 km
Recorrido circular
Tiempo estimado: 2 horas

La ruta propuesta constituye una interesante y fácil excursión que permitirá al caminante deleitarse con preciosas vistas en un paraje singular dominado por retorcidos estratos calcáreos y paredones que albergan gran variedad de aves rapaces y rupícolas.

El camino a seguir comienza en la misma plaza en donde estacionamos el coche. Debemos continuar por la pista asfaltada que se ve desde la plaza y que se estrecha entre varios edificios. No tardaremos en ver un frontón a la izquierda y una fuente. Estamos saliendo del pueblo y en breve debemos llegar a una pequeña edificación de color blanco a la derecha del camino, en la que aparece escrito “Cofradía de San Julián”.

Justo enfrente de la “Cofradía de San Julián”, hay un puente sobre el río Tobía que debemos tomar. Avanzamos hasta llegar a una zona de corrales y tomamos un pequeño sendero ascendente que arranca a la derecha. En este punto habremos estado caminando poco menos de cinco minutos (la última vez que realicé esta excursión encontré en este punto una especie de pequeña empalizada de tablas que anteriormente no existía. No existe ningún problema en rebasarla para poder continuar por la senda indicada que aparece detrás de ella y que debemos seguir).

Continuamos ascendiendo por el sendero hasta llegar al barranco de Entrepuerta, tras haber librado un roquedo. La senda continúa hacia la izquierda, ascendiendo a media ladera de manera paralela a un arroyo que se intuye abajo a la derecha. A la izquierda contemplamos la imponente mole de piedra de Peña Tobía. Enfrente, vemos al fondo Cerro Peñalba (1.207 mts).



En unos 15 minutos llegamos a la fuente del Tamboril, en donde se hallan emplazados un par de abrevaderos para el ganado. Seguimos ascendiendo por la pista principal, ancha e inconfundible. Más adelante, cruzamos un arroyo.

Continuamos valle arriba, dejando a la derecha una senda que parte hacia la arista norte de Cerro Peñalba. Poco a poco el camino a seguir se va difuminando y es fácil perder la senda. En cualquier caso, la referencia visual que debemos tener en todo momento, y que siempre estará visible por encontrarnos en un terreno despejado de vegetación alta, es el collado que se ve arriba a la izquierda, entre Cerro Peñalba y la mole de Peña Tobía, punto que debemos alcanzar. También, debemos procurar dirigirnos siempre hacia la pared que se ve a la izquierda, avanzando en paralelo a ella y sin alejarnos de la misma, pero sin preocuparnos de seguir específicamente alguna de las sendas poco marcadas que van apareciendo porque el punto a alcanzar no tiene pérdida alguna.

En 1 hora llegaremos al Collado Londeras, con preciosas vistas. Desde aquí podremos acometer la ascensión a la cumbre de Peña Tobía, que presenta un par de tramos complicados. De regreso al collado, localizamos detrás una ancha pista de tierra que viene del cercano pueblo de Matute. Tomaremos este camino hacia la izquierda, iniciando el descenso hacia dicha localidad.

La pista da una serie de vueltas hasta aproximarse a Matute. Ignoramos el desvío a la derecha del camino que conduce a esta localidad, y continuamos por la pista hacia Tobía. Tendremos que recorrer un pequeño tramo de asfalto en la última parte del recorrido hasta llegar al punto que nos vio partir, dando por finalizada esta amena y curiosa excursión.

Petirrojo europeo

El petirrojo, a pesar de su aspecto simpático y su aparente mansedumbre, defiende su territorio con fiereza frente a otros pájaros. Es un ave sedentaria que puede verse a lo largo y ancho de todo la Península Ibérica.

Su longitud es de unos 14 cm y su peso de 20 gramos.

Es muy normal verle a menudo agachándose y estirándose, mientras sube y baja la cola en rápidos movimientos.

Se suele proteger en la maleza, oculto entre los arbustos de su principal depredador: el gavilán.

Con su peculiar color pimentón en el pecho y la cara y su aspecto rechoncho, el petirrojo es uno de los pájaros inconfundibles que abundan en nuestros bosques, donde no es difícil verle alimentándose en el suelo de pequeños invertebrados (insectos, gusanos,...), bayas y semillas.

Su carácter atrevido y vivo, su frecuente cantar, y el hecho de que sea fácilmente visible en jardines, casas de pueblo y huertos, han hecho de él uno de los pájaros más populares. Además, es el pajaro que con mayor intensidad y fuerza canta durante el otoño.

Más info: http://www.pajaricos.es/mas/maspetirrojo.htm

jueves, 26 de noviembre de 2009

Ruta de Ezcaray a Turza


ACCESO: Desde Ezcaray, pasar el puente sobre el río Oja en dirección a la estación de invierno de Valdezcaray. Nada más pasar el puente, encontramos de frente la antigua estación del ferrocarril. Giramos a la izquierda y a unos 60 metros, coincidiendo con el final de la valla del parque que tenemos a la derecha, justo al llegar a un cartel indicador del GR-93 con la etapa Ezcaray - San Millán, aparcamos el coche.

CARACTERÍSTICAS:
Dificultad: media-baja.
Tiempo estimado: 3 horas y 30 minutos.
Desnivel: Ezcaray (820 mts) - Bonicaparra (1250 mts): 430 metros.
Distancia aproximada: 14 km.

DESCRIPCIÓN DE LA RUTA:
La ruta propuesta comienza en la zona donde hemos estacionado el vehículo. Observamos un cartel indicador de la etapa del GR-93 riojano de Ezcaray a San Millán. Tomaremos una amplia pista que comienza en ese punto, siguiendo las indicaciones habituales del GR, éstas son las marcas rojas y blancas.

El camino, amplio e inconfundible, está señalizado en esta primera parte del recorrido, con las mencionadas señales del GR, blancas y rojas; y las del PR, blancas y amarillas. Nada más comenzar la caminata, podemos contemplar a la izquierda la mole de la Peña de San Torcuato.

(4´) Ignorar el camino de la derecha y continuar recto. Un poco más adelante, pasamos sobre un pequeño puente y continuamos recto, en suave pero ininterrumpido ascenso.

(8´) Ignorar el desvío de la izquierda y continuamos recto, siguiendo siempre las pintadas.

(25´) Ignoramos un desvío a la derecha que se dirige hacia abajo, hacia un pequeño río que nos acompañará en la derecha durante buena parte del recorrido, y continuamos recto.

(1 hora 10´) Llegada a Turza. Ascendemos por las calles de esta hermosa aldea de montaña, siguiendo las señales del GR. No tardaremos en dejar a la izquierda una ermita. Salimos del pueblo por la parte de arriba y continuamos recto hasta llegar a un cruce de caminos. Estamos atentos a las pintadas de colores y continuamos recto, ascendiendo por una pendiente cada vez más pronunciada y dejando a la izquierda un murete de piedra.

Casi en la cima del collado, las señales del GR nos indican el giro a la derecha que debemos realizar. Un poco más arriba, ya en lo alto de la loma, vemos un pozo de abastecimiento de agua a la derecha y a la izquierda una valla con una puerta (por ahí continuaríamos hacia San Millán). En este punto abandonamos el recorrido del GR que veníamos siguiendo y tomamos una pista bien visible a la derecha, para dirigirnos al refugio de Bonicaparra, al que no tardaremos en llegar.

(1 hora 40´) Llegada al refugio de Bonicaparra, habilitado con mesas y asadores.

Tomamos la amplia pista asfaltada que deja a la izquierda el refugio e iniciamos el descenso hacia Ezcaray. No recomendaríamos este trayecto por asfalto de no ser porque la pista discurre entre un hermoso bosque de hayas que merece ser contemplado.

A una media hora del refugio de Bonicaparra, observamos a la derecha de la pista un camino que desciende a Turza, pero nosotros continuamos recto.

A unos 15 minutos, llegaremos a la pequeña área recreativa de "Tres Aguas", con mesas y fuente.Continuamos por la pista asfaltada y en media hora llegaremos a una segunda área recreativa, "Fuente la Teja".

A unos 15 o 20 minutos de Fuente la Teja, prestamos especial atención para descubrir unas pintadas amarillas y blancas, y rojas y blancas en un pino situado a la derecha del camino. Es aquí donde abandonamos el asfalto e iniciamos el tramo final del descenso a través de un estrecho sendero perfectamente señalizado, al final del cual sólo nos quedará dirigirnos por la carretera hacia la derecha, hacia la antigua estación desde la que comenzamos esta bonita excursión.